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Por qué hay que perdonar incluso a aquellos que no se lo merecen

  • Autor Autor Neo
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En la infancia nos obligan a perdonar. Por ejemplo, cuando el hijo de tu vecino te quitaba un juguete, lo obligaban a pedirte perdón y a ti, a perdonarlo. Pero esto no solucionaba nada. De todas formas podías guardarle rencor durante un buen tiempo. En la vida adulta esperamos disculpas pero, en la mayoría de los casos, nunca llegan.

Incluso cuando nos piden perdón, de todas formas recordamos lo que hizo esa persona, como una prueba de nuestra historia. Llevamos esa carga de aquellos que nos han ofendido a lo largo de toda la vida. Y, después de cada persona equivocada, esta carga se vuelve más y más pesada, tan pesada que no nos deja vivir en paz.

Pero existen aquellos que saben perdonar incluso a las personas que no se lo merecen porque saben que:

Esto ayuda a seguir adelante
No perdonar significa guardar rencores, desprecio y resentimiento. Significa retener el dolor en tu interior. Constantemente volvemos a ver en nuestra mente la película de aquellos eventos que nos lastimaron. Una y otra vez, en lugar de enfocarnos en algo más agradable y placentero.

El perdón lo necesitas tú en primer lugar
De esto se trata. Creemos que la otra persona es la que necesita nuestro perdón. Que esto le quitaría un peso de encima. Pero, en realidad, nosotros somos los que necesitamos perdonar. Sin el perdón no podrás seguir adelante. Perdonas para dejar ir y no vivir en el pasado.

El perdón debe ser para todos
No solo para aquellos que lo piden. De lo contrario, ¿cuál es el caso? Las personas fuertes perdonan incluso a aquellos que no se lo merecen. De lo contrario, tus rencores ocultos se reflejarán en las personas que te rodean y se convertirán en tu trauma y complejo, tu desconfianza en otras personas.

Perdonar significa dejar ir
Solo perdonando podrás reconciliarte con tu pasado de tal forma que no estorbe ni afecte tu futuro. Cuando dejas ir el pasado y el dolor que te provocó, liberas espacio para las emociones y sentimientos nuevos.

Fuente Soulpost
 
Última edición:
La palabra perdón yo la equiparo más a un mero formalismo, y por tanto para mí, sobra: no puedo perdonar "formalmente"; si no lo siento, por mucho que me pese, no puedo perdonar.
Cosa distinta es olvidar hechos pasados que duelen. Hay que tratar de olvidar para seguir adelante.
 
Yo no perdono.
Yo me cobro venganza lentamente hasta quedar satisfecho y ver que el daño que el o ella realizó en mi, lo siento en su mente por el doble.
 
Hay que saber perdonar por mucho daño que te hagan. Creo q es importante para continuar con tu vida libre de cargas.

La gente puede ser muy mala muchas veces pero no podemos permitir dejarnos llevar por sus conductas, y mucho menos imitarlas.

Perdonad aunque no se lo merezcan. No hay nadie que necesite más un perdón q una persona q no sabe ser buena con otros.

Ahora, perdonar no es olvidar... A veces olvidar es imposible y, de alguna manera, nos salva de volver a caer en lo que ya hemos padecido.

Perdonar os hace mejores personas. Mejores q aquellos a los que tienes q perdonar.
 
No se, en ocasiones la gente también hace daño sin querer, o yo misma me puedo sentir dañada por cuestiones que a otro le daría igual, o puedo sentirme traicionada por alguien sin que por ello sean malas personas. Lo que si que me he dado cuenta es que rumiar, y tener rencor, sólo es dañino para mi misma. Si me fastidia alguien que me importa poco si que me guardo la experiencia y no lo olvido por si me lo veo venir otra vez. Pero si es con una de mis pocas amistades o la familia, para mi perdonar es sinónimo de olvidar.
 
Siempre he dicho, más que en España vivimos en una España pseudo católica ya que la constitución la define como aconfesional y otros como laica pero hay católicos a patadas. TU DIOS PERDONA, EL MIO NO. Quien me la hace me la paga.
 
Siempre he dicho, más que en España vivimos en una España pseudo católica ya que la constitución la define como aconfesional y otros como laica pero hay católicos a patadas. TU DIOS PERDONA, EL MIO NO. Quien me la hace me la paga.

El Estado español es aconfesional. La población es otra cosa, cada uno será lo que le de la gana.

Los sentimientos de venganza y odio son negativos para quien los siente; el que ofende se queda igual. Creo que en estos casos lo más sano es pasar página: cubrirte con una coraza impermeable que no permita que la lluvia tóxica te cale. Y aprender para que no te sigan dando coces, claro.

Yo soy muy boba e inocente, pero ya estoy aprendiendo a protegerme adecuadamente (después de la enésima coz, pero mira...)
 
Coincido contigo @Estrella en que el "perdon" es una formalidad, algo difuso, ya que y la mayoría de las veces no podemos evitar sentir de cierta manera. Para mi una parte importante es el entendimiento del por que la persona actuó como actuó. Por ejemplo, en el caso de los padres uno puede en base a los antecedentes familiares llegar a comprender, y, en base a eso, avanzar en lo que es el "perdón". Al menos yo considero importante el no permitir que mis resentimientos me dominen.... aunque tenga resentimientos trato de ser objetivo, actuar correctamente, ser justo. Por lo demás atribuirse el derecho a juzgar a los demás en base a malas actitudes que puedan haber tenido con nosotros encierra, según mi parecer, algo de soberbia. No es lo mismo hablar de una mala actitud que de una mala persona.

Ahora mismo yo debo lidiar una situación que tiene que ver con todo esto... y me siento bien no dejando que mi rabia me domine (aunque en adelante me he comportado con un tempano con esta persona, y debo reconocer que ello encierra algo de sadismo). Me siento bien ademas habiéndole hecho saber a la persona en cuestión que me había sentido pasado a llevar, y que deseaba mantener distancia. Creo que esto ultimo también es importante... expresarse, decir las cosas, sin importar el como la otra persona se lo tome.
 
Coincido contigo @Estrella en que el "perdon" es una formalidad, algo difuso, ya que y la mayoría de las veces no podemos evitar sentir de cierta manera. Para mi una parte importante es el entendimiento del por que la persona actuó como actuó. (Correcto; o incluso no llegando a entender la motivación de ciertos actos, ser conscientes de que la persona no ha actuado movida por la intención de hacernos daño, sino que el mismo es un efecto colateral de su proceder. Entiendo que pocas veces la gente busca provocar un daño de manera expresa, sino que simplemente antepone de una manera egoísta la finalidad que persigue a las consecuencias que pueden provocar los hechos que lleva a cabo) Por ejemplo, en el caso de los padres uno puede en base a los antecedentes familiares llegar a comprender, y, en base a eso, avanzar en lo que es el "perdón". Al menos yo considero importante el no permitir que mis resentimientos me dominen.... aunque tenga resentimientos trato de ser objetivo, actuar correctamente, ser justo. Por lo demás atribuirse el derecho a juzgar a los demás en base a malas actitudes que puedan haber tenido con nosotros encierra, según mi parecer, algo de soberbia. No es lo mismo hablar de una mala actitud que de una mala persona (Exacto, a eso me refiero. No me gusta hacerme una idea de la persona en base a una actitud -o a una pluralidad de actitudes- en concreto, sino que prefiero centrarme en los hechos en cuestión, y siempre procurando de valorar las circunstancias que hayan podido influir. Es que lo contrario es moverse en el terreno de la ignorancia, sin más) .

Ahora mismo yo debo lidiar una situación que tiene que ver con todo esto... y me siento bien no dejando que mi rabia me domine (aunque en adelante me he comportado con un tempano con esta persona, y debo reconocer que ello encierra algo de sadismo). Me siento bien ademas habiéndole hecho saber a la persona en cuestión que me había sentido pasado a llevar, y que deseaba mantener distancia. Creo que esto ultimo también es importante... expresarse, decir las cosas, sin importar el como la otra persona se lo tome.(OK, eso es no quedarse con nada dentro, que en cierta manera evita el tener que "rumiar" el descontento. Sin importar cómo se lo tome quien ofende, por supuesto)
 
Yo tampoco perdono, al contrario, busco de inmediato en como vengarme. Sobre todo cuando no he dado ningún motivo para ser agredido. No perdono, no perdono.
 
Los rencores solo nos hacen daño a nosotros mismos, en lo posible hay que dejarlos ir, es la unica forma de ser libres del dolor que nos provocaron.
 
Desconfío de la gente que perdona y más de los que lo hacen fácilmente. Yo ni perdono ni olvido, estoy sola sí, pero lo prefiero a estar rodeada de hipócritas y cínicos que te apuñalan por la espalda y después lo solucionan pidiendo "perdón".
 
No sé si mi opinión sirva de algo, pero siempre dejo que las personas se aprovechen de mi, ya sea que solo me hablen por favores o me pidan dinero sabiendo que nunca los veré de nuevo, pero más allá de la ingenuidad que lleven mis acciones o la maldad de ciertas personas, solo observo y recopilo información del actuar del ser humano y termino sintiendo pena de esos seres por ser como son, porque aunque ni ellos lo sepan, son personas que sufren en silencio y eso es suficiente para tener paz en mi vida.
 
Eso es una mentira, perdonar no cura, es solo una traducción del cristianismo. Claro hay que perdonar, pero de ningún modo es obligatorio y no es lo mismo perdonar que se coman tu comida a qué maten a tu hijo. Perdonar no sana nada.
 
Perdonar no sana nada.
No se trata de perdonar a la persona para que se sienta bien. Se trata de aceptar lo que ha pasado para no cargar con eso. Cuando nos hacen daño ya no podemos cambiar nada. Lo que no debemos hacer es quedarnos atascados ahi, porque eso no nos beneficia. Debemos pasar pagina para que eso nos ayude a sentirnos bien y podamos seguir viviendo sin secuelas.
 
Todo esto me recuerda a un cuento sobre dos monjes zen...
Erase una vez, dos monjes zen que caminaban por el bosque de regreso a su monasterio.
En su camino debían de cruzar un río, en el que se encontraron llorando una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo.
– ¿Que sucede? – le preguntó el monje más anciano.
– Señor, mi madre se muere. Está sola en su casa, al otro lado del río y no puedo cruzar. Lo he intentado – siguió la mujer – pero me arrastra la corriente y nunca podré llegar al otro lado sin ayuda. Ya pensaba que no volvería a verla con vida, pero aparecisteis vosotros y podéis ayudarme a cruzar…
– Ojalá pudiéramos ayudarte – se lamento el más joven. Pero el único modo posible sería cargarte sobre nuestros hombros a través del río y nuestros votos de castidad nos prohíben todo contacto con el sexo opuesto. Lo lamento, créame.
– Yo también lo siento- dijo la mujer llorando desconsolada.
El monje más viejo se puso de rodillas, y dijo a la mujer: – Sube.
La mujer no podía creerlo, pero inmediatamente cogió su hatillo de ropa y montó sobre los hombros del monje.
Monje y mujer cruzaron el río con bastante dificultad, seguido por el monje joven. Al llegar a la otra orilla, la mujer descendió y se acercó con la intención de besar las manos del anciano monje en señal de agradecimiento.
– Está bien, está bien- dijo el anciano retirando las manos. Por favor, sigue tu camino.
La mujer se inclinó con humildad y gratitud, tomo sus ropas y se apresuró por el camino del pueblo. Los monjes, sin decir palabra, continuaron su marcha al monasterio… aún tenían por delante diez horas de camino.
El monje joven estaba furioso. No dijo nada pero hervía por dentro.
Un monje zen no debía tocar una mujer y el anciano no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros.
Al llegar al monasterio, mientras entraban, el monje joven se giró hacia el otro y le dijo:
– Tendré que decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de lo sucedido. Está prohibido.
– ¿De qué estás hablando? ¿Qué está prohibido? -dijo el anciano
– ¿Ya te has olvidado? Llevaste a esa hermosa mujer sobre tus hombros – dijo aún más enojado.
El viejo monje se rió y luego le respondió:
– Es cierto, yo la llevé. Pero la dejé en la orilla del río, muchas leguas atrás. Sin embargo, parece que tú todavía estás cargando con ella…
Y un documental: Más bien del bien y el mal: Justicia y Perdón

En general si dejamos que el hecho o la persona sigan dominando nuestra vida y pensamientos, quitándonos la energía y el tiempo, no gana ni siquiera el agresor, perdemos nosotros.
 
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Todo esto me recuerda a un cuento sobre dos monjes zen...
Erase una vez, dos monjes zen que caminaban por el bosque de regreso a su monasterio.
En su camino debían de cruzar un río, en el que se encontraron llorando una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo.
– ¿Que sucede? – le preguntó el monje más anciano.
– Señor, mi madre se muere. Está sola en su casa, al otro lado del río y no puedo cruzar. Lo he intentado – siguió la mujer – pero me arrastra la corriente y nunca podré llegar al otro lado sin ayuda. Ya pensaba que no volvería a verla con vida, pero aparecisteis vosotros y podéis ayudarme a cruzar…
– Ojalá pudiéramos ayudarte – se lamento el más joven. Pero el único modo posible sería cargarte sobre nuestros hombros a través del río y nuestros votos de castidad nos prohíben todo contacto con el sexo opuesto. Lo lamento, créame.
– Yo también lo siento- dijo la mujer llorando desconsolada.
El monje más viejo se puso de rodillas, y dijo a la mujer: – Sube.
La mujer no podía creerlo, pero inmediatamente cogió su hatillo de ropa y montó sobre los hombros del monje.
Monje y mujer cruzaron el río con bastante dificultad, seguido por el monje joven. Al llegar a la otra orilla, la mujer descendió y se acercó con la intención de besar las manos del anciano monje en señal de agradecimiento.
– Está bien, está bien- dijo el anciano retirando las manos. Por favor, sigue tu camino.
La mujer se inclinó con humildad y gratitud, tomo sus ropas y se apresuró por el camino del pueblo. Los monjes, sin decir palabra, continuaron su marcha al monasterio… aún tenían por delante diez horas de camino.
El monje joven estaba furioso. No dijo nada pero hervía por dentro.
Un monje zen no debía tocar una mujer y el anciano no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros.
Al llegar al monasterio, mientras entraban, el monje joven se giró hacia el otro y le dijo:
– Tendré que decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de lo sucedido. Está prohibido.
– ¿De qué estás hablando? ¿Qué está prohibido? -dijo el anciano
– ¿Ya te has olvidado? Llevaste a esa hermosa mujer sobre tus hombros – dijo aún más enojado.
El viejo monje se rió y luego le respondió:
– Es cierto, yo la llevé. Pero la dejé en la orilla del río, muchas leguas atrás. Sin embargo, parece que tú todavía estás cargando con ella…
Y un documental: Más bien del bien y el mal: Justicia y Perdón

En general si dejamos que el hecho o la persona sigan dominando nuestra vida y pensamientos, quitándonos la energía y el tiempo, no gana ni siquiera el agresor, perdemos nosotros.
No estoy completamente de acuerdo, cómo te digo no hay pruebas de que el perdón ayude a superar traumas a lo sumo quizá te haga sentir bien, moralmente, a corto plazo porque haz cumplido con el deber cristiano de perdonar porque el perdonar nos viene de la religión también. Para perdonar, si es que ocurre, primero hay que trabajar el daño, que puede ser algo fácil de pasar hasta lo más terrible, que te ha ocasionado la ofensa, recomendar perdonar antes de pasar por todo ese proceso no me parece recomendable en absoluto. Solo es una carga añadida que le ponen al ofendido.
 
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Bueno, cuando el pensamiento de la ofensa nos obsesiona o incluso nos tortura es algo que nos quita vida (energía, tiempo, humor...).
Olvida, deja pasar, no te aferres... porque si te aferras siempre estarás en la casilla de salida.

Esto: "Yo entiendo el perdón como un proceso de liberación personal"
 
Bueno, cuando el pensamiento de la ofensa nos obsesiona o incluso nos tortura es algo que nos quita vida (energía, tiempo, humor...).
Olvida, deja pasar, no te aferres... porque si te aferras siempre estarás en la casilla de salida. Tampoco se trata de olvidar por olvidar sino trabajar todo lo que te paso y desde ahí superarlo. Pienso que ese valor, sin razón científica, que se le ha dado al perdón es muy dañina. Es como decirle a los veteranos de guerra que perdonen y se les curará los transtornos mentales que padecen porque dejaron ir. Suena fácil perdonar igual a sanar, superar pero en la realidad no es así.

Esto: "Yo entiendo el perdón como un proceso de liberación personal"
Estoy de acuerdo, pero el perdonar no va a quitar esos pensamientos obsesivos. El perdonar no cura el TOC ni ningún transtorno.
 
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