El trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) es un trastorno de la ansiedad, como también lo es, por ejemplo, la fobia social.
En el mundo vivimos 7 mil millones de personas. Por tanto, en el mundo hay 7 mil millones de maniáticos. La mente funciona así, se entretiene con cualquier cosa, no puede detenerse un segundo, y todos, sin excepción, somos maniáticos.
Una manía nunca genera ansiedad ni malestar, ni interfiere en nuestra vida cotidiana.
En el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) no hay simples manías, sino obsesiones, las cuales producen ansiedad. Y ésta es la que nos obliga a hacer los actos repetitivos (compulsiones) para, en un principio, sentir alivio y bajar de golpe la sensación nada agradable de la ansiedad.
Obsesión + ansiedad + compulsión (ritual) + anular la ansiedad de golpe (o al menos intentarlo)
El bucle que nos engancha en el TOC es precisamente hacer el ritual, el acto repetitivo, la compulsión, para bajar de golpe la ansiedad y sentir alivio. Aquí está la trampa. Cada vez que sintamos una obsesión, haremos una compulsión para, en un principio, bajar de golpe la desagradable sensación de ansiedad. Y quedas atrapado en este círculo vicioso.
La ansiedad, por sí sola, aunque no se haga nada, baja por sí sola, siempre.
La ansiedad en sí misma no es una enfermedad, es una emoción humana, como la risa, el llanto, la alegría, el duelo y muchas más. Si no tuviéramos ansiedad, no seríamos personas.
La ansiedad nos previene de peligros reales que pueden amenazar nuestra vida, y predispone al hombre para iniciar uno de los dos mecanismos que tiene, por naturaleza, para defenderse: la lucha o la huida. Esto ha sido así desde hace 10.000 años.
En los trastornos de la ansiedad, la alarma de la ansiedad salta cuando no hay ningún peligro, la alarma está estropeada, hay un trastorno de la ansiedad, como la fobia social, el TOC, etc.
Las obsesiones generan más o menos ansiedad, interfieren en la vida diaria del paciente, le causan una gran pérdida de tiempo, y se sufre. Con una manía, ni hay ansiedad ni sufrimiento.
Como en todas las patologías, sean físicas o no, la atención precoz es fundamental para curar cuanto antes el TOC, evitando sufrimiento al paciente y consiguiendo una curación más rápida.
Existen dos vías, inseparables, para la curación del TOC: la psicológica y la psiquiátrica. La primera nos ofrece dos terapias: la EPR (Exposición y Prevención de Respuesta) y la terapia cognitiva conductual. Los psiquiatras son médicos y recetan psicofármacos.
No existen medicamentos específicos para el TOC, por lo tanto recetan antidepresivos, ya que al parecer el neurotransmisor cerebral afectado tanto en la depresión como en el TOC es el mismo: la serotonina.
Lo ideal es ponerse en manos de ambos especialistas, a la vez, para que ellos decidan cuál es la mejor vía.
En general, si las obsesiones son muy incapacitantes, se necesita medicación para disminuir la intensidad de las mismas y, después, poder pasar a la EPR y la terapia cognitiva conductual.
En los casos en los que las compulsiones son superiores a las propias obsesiones, una buena terapia de EPR y una buena terapia cognitiva conductual pueden ser suficientes. Pero esto lo tienen que valorar los profesionales de la salud.
Para que haya TOC tiene que haber, siempre, ansiedad. Si no hay ansiedad, son sólo manías.
Al primer síntoma de TOC hay que acudir a un psicólogo y a un psiquiatra, a los dos, y no dejar pasar el tiempo (lo digo por propia experiencia).
Saludos.
En el mundo vivimos 7 mil millones de personas. Por tanto, en el mundo hay 7 mil millones de maniáticos. La mente funciona así, se entretiene con cualquier cosa, no puede detenerse un segundo, y todos, sin excepción, somos maniáticos.
Una manía nunca genera ansiedad ni malestar, ni interfiere en nuestra vida cotidiana.
En el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) no hay simples manías, sino obsesiones, las cuales producen ansiedad. Y ésta es la que nos obliga a hacer los actos repetitivos (compulsiones) para, en un principio, sentir alivio y bajar de golpe la sensación nada agradable de la ansiedad.
Obsesión + ansiedad + compulsión (ritual) + anular la ansiedad de golpe (o al menos intentarlo)
El bucle que nos engancha en el TOC es precisamente hacer el ritual, el acto repetitivo, la compulsión, para bajar de golpe la ansiedad y sentir alivio. Aquí está la trampa. Cada vez que sintamos una obsesión, haremos una compulsión para, en un principio, bajar de golpe la desagradable sensación de ansiedad. Y quedas atrapado en este círculo vicioso.
La ansiedad, por sí sola, aunque no se haga nada, baja por sí sola, siempre.
La ansiedad en sí misma no es una enfermedad, es una emoción humana, como la risa, el llanto, la alegría, el duelo y muchas más. Si no tuviéramos ansiedad, no seríamos personas.
La ansiedad nos previene de peligros reales que pueden amenazar nuestra vida, y predispone al hombre para iniciar uno de los dos mecanismos que tiene, por naturaleza, para defenderse: la lucha o la huida. Esto ha sido así desde hace 10.000 años.
En los trastornos de la ansiedad, la alarma de la ansiedad salta cuando no hay ningún peligro, la alarma está estropeada, hay un trastorno de la ansiedad, como la fobia social, el TOC, etc.
Las obsesiones generan más o menos ansiedad, interfieren en la vida diaria del paciente, le causan una gran pérdida de tiempo, y se sufre. Con una manía, ni hay ansiedad ni sufrimiento.
Como en todas las patologías, sean físicas o no, la atención precoz es fundamental para curar cuanto antes el TOC, evitando sufrimiento al paciente y consiguiendo una curación más rápida.
Existen dos vías, inseparables, para la curación del TOC: la psicológica y la psiquiátrica. La primera nos ofrece dos terapias: la EPR (Exposición y Prevención de Respuesta) y la terapia cognitiva conductual. Los psiquiatras son médicos y recetan psicofármacos.
No existen medicamentos específicos para el TOC, por lo tanto recetan antidepresivos, ya que al parecer el neurotransmisor cerebral afectado tanto en la depresión como en el TOC es el mismo: la serotonina.
Lo ideal es ponerse en manos de ambos especialistas, a la vez, para que ellos decidan cuál es la mejor vía.
En general, si las obsesiones son muy incapacitantes, se necesita medicación para disminuir la intensidad de las mismas y, después, poder pasar a la EPR y la terapia cognitiva conductual.
En los casos en los que las compulsiones son superiores a las propias obsesiones, una buena terapia de EPR y una buena terapia cognitiva conductual pueden ser suficientes. Pero esto lo tienen que valorar los profesionales de la salud.
Para que haya TOC tiene que haber, siempre, ansiedad. Si no hay ansiedad, son sólo manías.
Al primer síntoma de TOC hay que acudir a un psicólogo y a un psiquiatra, a los dos, y no dejar pasar el tiempo (lo digo por propia experiencia).
Saludos.