Azul
Usuario
Creo que desde que he adoptado esta costumbre he mejorado en cierta medida. Sigo muy limitado en muchas áreas, sigo con mis angustias y ansiedades, pero empiezo a sentirme bastante más "normal", no tan bicho raro como siempre me he sentido. Y he dado pasos en la buena dirección.
Hablo con un yo del futuro, 30 años mayor, y que me interpela... me pide cosas. Me pide que le cuide, me ha pedido cosas como "echa ese curriculum, hazlo por mí´, no es muy exigente le basta con que lo intente. Cuando tenía pavor de hacer el examen de inglés y estaba seguro de fracasar, me animaba, "lo único que me importa es que entres en esa sala, la nota es indiferente". Y yo me presentaba a ese oral todo tembloroso seguro de fracasar, meramente para que mi yo futuro pudiera tener esa satisfacción. Aunque es mi yo futuro, en el fondo es como un hijo, no puedo desatenderlo. Me embarca en cosas complicadas, o que al menos lo son para mí, tengo que lidiar con mi procrastinación, miedos, ansiedades, sentimiento de inferioridad, todo por ese amigo. Por mi nunca lo haría, me quedaría en mi cuarto con mis ebook. Pero tengo que pensar en este nuevo amigo que es casi como un hijo. Se contenta con muy poco, es comprensivo conmigo, si las cosas salen mal o bien, es secundario, le vale con que haga acto de presencia, "has hecho lo que has podido por mi, gracias". Nos tenemos una gran compasión mutua ante las dificultades que enfrentamos.
Es un consejo que escuché de una neuróloga en una charla hace tiempo.
Hablo con un yo del futuro, 30 años mayor, y que me interpela... me pide cosas. Me pide que le cuide, me ha pedido cosas como "echa ese curriculum, hazlo por mí´, no es muy exigente le basta con que lo intente. Cuando tenía pavor de hacer el examen de inglés y estaba seguro de fracasar, me animaba, "lo único que me importa es que entres en esa sala, la nota es indiferente". Y yo me presentaba a ese oral todo tembloroso seguro de fracasar, meramente para que mi yo futuro pudiera tener esa satisfacción. Aunque es mi yo futuro, en el fondo es como un hijo, no puedo desatenderlo. Me embarca en cosas complicadas, o que al menos lo son para mí, tengo que lidiar con mi procrastinación, miedos, ansiedades, sentimiento de inferioridad, todo por ese amigo. Por mi nunca lo haría, me quedaría en mi cuarto con mis ebook. Pero tengo que pensar en este nuevo amigo que es casi como un hijo. Se contenta con muy poco, es comprensivo conmigo, si las cosas salen mal o bien, es secundario, le vale con que haga acto de presencia, "has hecho lo que has podido por mi, gracias". Nos tenemos una gran compasión mutua ante las dificultades que enfrentamos.
Es un consejo que escuché de una neuróloga en una charla hace tiempo.