Si eres de los que no pueden parar de morderse la uñas, quizá padeces de un Trastorno Obsesivo Compulsivo (TOC). La Asociación Americana de Psiquiatría lo ha tomado muy en serio y el hábito será incluido en el Manual de Diagnóstico Estadístico de Enfermedades Mentales como un TOC.
Ya sea por nervios, ansiedad u otras razones, muchas personas no pueden dejar de morderse las uñas durante años, por más que hayan intentado distintos métodos caseros que circulan de boca en boca.
Nadie está orgulloso de hacerlo, pero para la mayoría no es un motivo de proecupación como para considerarlo patológico.
Sin embargo, la Asociación Americana de Psiquiatría -que publica el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM)- una especie de brújula mundial de este tipo de trastornos, está a punto de cambiar su perspectiva acerca de la costumbre de morderse las uñas.
El manual DSM pronto etiquetará al hábito de morderse las uñas -que en la actualidad aparece como "no clasificado"- como un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
El TOC comúnmente se caracteriza por pensamientos irracionales y temores (obsesiones) que llevan a realizar conductas repetitivas (compulsiones).
¿Todos los casos son considerados un trastorno? No, sólo ciertos tipos de mordedores de uñas, los casos extremos, encajan en esta categoría. "Al igual que con los tirones de pelo o pellizcar la piel, morderse las uñas no es un trastorno si no es perjudicial, angustiante y cumple con un cierto nivel de gravedad clínica", dice Carol Mathews, psiquiatra de la Universidad de California, en San Francisco. "Esa no es la gran mayoría de las personas que se comen las uñas", declaró.
Para saber si uno padece de un trastorno, es necesario aclarar qué es la "gravedad clínica". Mathews señala que “si han mordido tanto sus uñas que se han infectado o si hay un daño físico que afecta su capacidad de utilizar sus manos", serán considerados un trastorno.
Lawrence E. Gibson, MD, dermatólogo de la Clínica Mayo, declaró a NBC News que morderse las uñas nunca está libre de riesgos. “Puede contribuir a la infección de la piel, empeorar las condiciones existentes en el lecho de la uña, y aumentar el riesgo de resfriados y otras infecciones, fomentando la propagación de los gérmenes de las uñas y los dedos a los labios y la boca", aseguró el experto.
Ya sea por nervios, ansiedad u otras razones, muchas personas no pueden dejar de morderse las uñas durante años, por más que hayan intentado distintos métodos caseros que circulan de boca en boca.
Nadie está orgulloso de hacerlo, pero para la mayoría no es un motivo de proecupación como para considerarlo patológico.
Sin embargo, la Asociación Americana de Psiquiatría -que publica el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM)- una especie de brújula mundial de este tipo de trastornos, está a punto de cambiar su perspectiva acerca de la costumbre de morderse las uñas.
El manual DSM pronto etiquetará al hábito de morderse las uñas -que en la actualidad aparece como "no clasificado"- como un trastorno obsesivo-compulsivo (TOC).
El TOC comúnmente se caracteriza por pensamientos irracionales y temores (obsesiones) que llevan a realizar conductas repetitivas (compulsiones).
¿Todos los casos son considerados un trastorno? No, sólo ciertos tipos de mordedores de uñas, los casos extremos, encajan en esta categoría. "Al igual que con los tirones de pelo o pellizcar la piel, morderse las uñas no es un trastorno si no es perjudicial, angustiante y cumple con un cierto nivel de gravedad clínica", dice Carol Mathews, psiquiatra de la Universidad de California, en San Francisco. "Esa no es la gran mayoría de las personas que se comen las uñas", declaró.
Para saber si uno padece de un trastorno, es necesario aclarar qué es la "gravedad clínica". Mathews señala que “si han mordido tanto sus uñas que se han infectado o si hay un daño físico que afecta su capacidad de utilizar sus manos", serán considerados un trastorno.
Lawrence E. Gibson, MD, dermatólogo de la Clínica Mayo, declaró a NBC News que morderse las uñas nunca está libre de riesgos. “Puede contribuir a la infección de la piel, empeorar las condiciones existentes en el lecho de la uña, y aumentar el riesgo de resfriados y otras infecciones, fomentando la propagación de los gérmenes de las uñas y los dedos a los labios y la boca", aseguró el experto.