Les comparto un escrito de mi autoría, suelo escribir en ocasiones, para embriagar mis demonios y que me dejen en paz aunque sea por un efímero instante. Saludos desde el fin del mundo.
Y fuimos campos de flores.
Y fué así como vi nacer esa flor, fué así como yo, a dos metros debajo de la tierra pude verla, con ojos vivos de nuevo.
Ví sus raíces primero, la abracé con mi pálido cuerpo, le di amor incondicional. Creció , emergió, y fué flor en superficie.
Y en un segundo de luminosidad en donde pude respirar de nuevo, Dios me susurró, me dijo que era yo flor, junto a ella, pero que todavía ella no lo sabía.
Y me desintegré para que con la lluvia ella beba de mí, en sus raíces. Y fuimos dos, fuimos una. Ví la luz después de mucho, sentí la brisa cálida de noviembre en mis pétalos, sentí la lluvia como flor, sentí mis pétalos balancearse, palpé el bigote de ese gato que me visitaba, sintiendo el aroma que despedíamos, me fundí en esa mirada de gato, ya no fuí flor. Mis pétalos se integraron a la tierra, fueron el más prístino fertilizante, porque traíamos un mensaje divino.
Y todo fué flor con nosotras, las flores unas a otras se reprodujeron y lo que al inicio solo era una flor, se convirtió en el campo en flor más bello del paraíso terrenal, una copia perfecta del jardín de Dios.
Pudimos ver la mirada de las abejas, pudimos entender su lenguaje, pudimos sentir al colibrí ser vida con nosotras, pudimos ver nubes desde allí abajo, un abajo más arriba que la montaña más alta, porque era la esencia misma de nuestro existir, no estábamos abajo, estábamos más arriba como jamás nunca habíamos imaginado. Estábamos con Dios, entendimos el sentido y la verdad de todo.
Estuvo siempre, al alcance de nuestra mano; y ahora, con ojos que no tenemos, pero que todo lo ven, vemos la grandeza en cada muerte, en cada vida.
Ahora lo entendemos.
Y, fuimos campos de flores, fuimos lluvia, fuimos todo, nos fundimos en nada.
Fuimos un rugir bajo de ciervo. Fuimos el aire gélido de invierno.
Vida, muerte dulce, vida nueva y un mensaje que bebieron todos.
Y todo fué paz y yo, al fin, viví a través de millones de vidas.