Escateret
Usuario veterano
Hoy la he visto en el tren. Estaba en el vagón de al lado, la veía por el ojo de buey de la puerta. Parecía feliz. Leía tranquila, le sonaba el móvil y contestaba contenta, resuelta, hablaba y gesticulaba inconscientemente. Sonreía tranquila. Se despedía alegremente, tal vez con una cita concertada. Y continuaba la lectura. Después se ha levantado, ha recogido sus cosas y ha pasado a mi vagón para bajar por la puerta delantera del tren.
Mientras caminaba hacia mi, nuestras miradas se han cruzado, y en menos de un segundo su cara ha acabado como siempre. Tocada y hundida. Los ojos se le han contaminado del odio, el desprecio, los reproches, que hay en mi. La mirada oscurecida, la luz que tenía, engullida y presionando en su estómago. Ha desviado la mirada de mi y se ha ido deprisa, angustiada. La encuentro de vez en cuando, un par de veces a la semana, o a veces la pierdo de vista por un mes o dos. Otras veces, sin embargo, la encuentro muchas veces el mismo día, durante varios días o semanas. Y siempre tiene el mismo efecto en ella. Después, cuando olvida el encuentro, vuelve a estar alegre; le puede costar segundos, minutos u horas.
Ella no me habla nunca, desde hace muchos años. Nos conocemos desde que tenemos memoria. De pequeñas nos queríamos, pero después con los años ella me ha hecho así... y no hay modo de hacer las paces. Una vez intentó romperme, pero se hizo daño solo ella, y cedió. Aun tengo las manchas de su sangre. No se ha dignado a limpiarme. Imagino que eso contribuye a su pavor cuando me ve. Pero no creáis que yo la espío o la persigo. Es ella quien me busca. Es ella, quien a fuerza de pelear, me ha moldeado así, hasta darme esta espantosa apariencia. ¿Que quién coño soy yo? Yo soy su espejo.
Mientras caminaba hacia mi, nuestras miradas se han cruzado, y en menos de un segundo su cara ha acabado como siempre. Tocada y hundida. Los ojos se le han contaminado del odio, el desprecio, los reproches, que hay en mi. La mirada oscurecida, la luz que tenía, engullida y presionando en su estómago. Ha desviado la mirada de mi y se ha ido deprisa, angustiada. La encuentro de vez en cuando, un par de veces a la semana, o a veces la pierdo de vista por un mes o dos. Otras veces, sin embargo, la encuentro muchas veces el mismo día, durante varios días o semanas. Y siempre tiene el mismo efecto en ella. Después, cuando olvida el encuentro, vuelve a estar alegre; le puede costar segundos, minutos u horas.
Ella no me habla nunca, desde hace muchos años. Nos conocemos desde que tenemos memoria. De pequeñas nos queríamos, pero después con los años ella me ha hecho así... y no hay modo de hacer las paces. Una vez intentó romperme, pero se hizo daño solo ella, y cedió. Aun tengo las manchas de su sangre. No se ha dignado a limpiarme. Imagino que eso contribuye a su pavor cuando me ve. Pero no creáis que yo la espío o la persigo. Es ella quien me busca. Es ella, quien a fuerza de pelear, me ha moldeado así, hasta darme esta espantosa apariencia. ¿Que quién coño soy yo? Yo soy su espejo.