Cuando escoges una opción, sea por evitación o no, puede salir bien o puede salir mal. No deja de ser una elección personal, independientemente de los motivos.
A ver cómo os cuento una experiencia sin dar muchos datos personales.
Tengo dos especialidades laborales, una vocacional y otra que estudié para presentarme a una oposición en el sector público. Mientras trabajaba en una empresa en aquéllo que me gustaba, me preparaba en una academia las oposiciones. Los dueños de mi empresa estan cerca de la jubilación y yo voy buscandome la vida con tiempo.
Estas personas se jubilan pero venden la empresa. Los nuevos dueños saben de mi situación y no quieren que deje mi trabajo. Me ofrecen participar como socia con ellos. Soy consciente de que si vienen mal dadas, ellos son piña y yo estoy sola, pero me es más cómodo permanecer en mi zona de confort y seguir desarrollando mi actividad vocacional. Paso unos años muy buenos, sintiéndome más realizada que nunca.
Llega la crisis. En la empresa empiezan a flojear los ingresos. Comienzan las quejas de que el problema es que somos demasiados socios para repartir beneficios y las presiones para comprarme mi parte del negocio. Decido luchar por lo que es mío y no dejarme amedrentar. La situación se prolonga durante dos años, las presiones son cada vez más fuertes llegando a extremos de violencia verbal hacia mí a diario, boicot al desarrollo de mis tareas y la gota que colma el vaso, desfalco de dinero.
En lugar de denunciar, me rindo y vendo mi parte a mis socios. Sin negociar. Cojo el dinero que me ofrecen y me voy con una terrible sensación de fracaso y de cobardía, y terriblemente frustrada por no haber sabido defenderme. Dos meses después, el cliente mas importante y principal fuente de ingresos de la empresa prescinde de sus servicios. En menos de un año, la empresa en quiebra y endeudada. Y a día de hoy, mis ex socios a punto de ser embargados sus bienes y yo con la hipoteca de mi casa liquidada con el dinero de la venta. Y estudiando otra vez para hacer oposiciones si es que algún día vuelven a convocar.
No podemos saber si una oportunidad perdida puede ser un golpe de buena suerte en realidad.
Ni tampoco si un golpe de buena suerte no será la puerta de una caída en desgracia.