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¿Qué es la fobia social?

  • Autor Autor Neo
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Neo

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La fobia social, al ser una fobia, consiste en un miedo irracional y exagerado ante un hecho o situación que a otras personas les puede provocar algo de ansiedad, pero poco más. Hay muchos tipos de fobias en función de lo que se tema, ya sea a un determinado animal, como a la araña en el caso de la aracnofobia, o a los espacios pequeños, como en el de la claustrofobia. La fobia social es un temor injustificado a sentirse juzgado por los demás, o a verse en una situación que deje en evidencia a la persona o la avergüence ante otros.

Existen varias teorías sobre cómo surgen las fobias, pero la mayoría de los autores aceptan que se debe a una experiencia negativa que marca al individuo, ya sea porque la ha vivido en primera persona, o porque ha visto las consecuencias sufridas por otra persona. En el caso de la fobia social, se debería al hecho de haberse encontrado en una situación vergonzante o en la que se le evaluaba socialmente, o por haber visto pasar a otro por ese tipo de circunstancias, siendo el temor a las consecuencias negativas el que origina ese miedo que va a acompañar al afectado durante toda su vida si no se enfrenta a su problema.

Se trata, pues, de un miedo aprendido y que, por tanto, se puede desaprender con el tratamiento específico adecuado. En caso contrario, la persona tenderá a evitar las situaciones en las que tenga que verse expuesto ante un público, incluso en el ámbito laboral, para evitar ser juzgado por los demás; una situación que, si no se trata, se hace crónica y puede llegar a afectarle negativamente, tanto en su puesto de trabajo, como en su vida personal, y todo ello a pesar de saber que lo que está padeciendo es una exageración, pero que le hace incapaz de controlar sus pensamientos de anticipación sobre las consecuencias negativas.



Síntomas y manifestaciones de la fobia social

En un contexto social, en el que lo importante no es si hay tres o trescientas personas, quien sufre fobia social va a experimentar una serie de síntomas que, según su intensidad o gravedad, resultarán más o menos incapacitantes, entre los que destacan:

  • Elevados niveles de ansiedad y estrés, que se pueden manifestar como sudoración excesiva, deambular, mover las piernas continuamente mientras está sentado, no parar quieto con las manos…
  • Deficiencia en la comunicación, tanto verbal como no verbal, debido a la ansiedad, pudiendo quedarse sin palabras, o expresar frases inconexas y sin sentido.
  • Pensamientos invasivos e irrefrenables de fracaso ante los demás, con la convicción de que le van a juzgar; estos le invaden incluso días y semanas antes de tener que asistir a un acto público, como una reunión o una cena de empresa.
  • Sentimientos de vergüenza, temor e inseguridad ante la posibilidad de ser evaluado por los otros, mostrándose tímido ante los demás, pudiendo llegar a sonrojarse cuando se encuentra en presencia de otras personas, e incluso a sentir malestar físico, como dolor de estómago, si la situación continúa.
  • Conciencia de irracionalidad, por la cual la persona se da cuenta de que aquello que piensa y siente es excesivo y exagerado y poco realista, y a pesar de ello no es capaz de evitarlo.
  • Tendencia a evitar lugares o eventos en donde prevea que va a exponerse socialmente, buscando excusas, e incluso inventándolas, para evitar tener que hacer frente a una situación que está convencido de que será desastrosa.
  • Problemas para mantener relaciones de amistad, que también puede llegar a afectar a las relaciones íntimas de pareja, debido a que en ambos casos se requiere de cierto nivel de actividades sociales, ya sea de ocio, culturales, o de otro tipo, que la persona que sufre fobia social no está dispuesto a aceptar.
Estos síntomas se expresan en mayor medida cuando las personas con las que el afectado por fobia social tiene que mantener contacto son desconocidas o tienen una destacada importancia social o laboral para él; igualmente, cuando se encuentra con alguien que le gusta, pero con quien no ha llegado a entablar una relación de amistad, puede experimentar un incremento de los síntomas descritos.



Diagnóstico de la fobia social

Para poder establecer el diagnóstico de fobia social los síntomas descritos en el apartado anterior deben de haberse dado por lo menos durante los seis meses previos al diagnóstico. Pero, además, el especialista debe de distinguirlo de otras patologías que pueden mostrar síntomas parecidos, como es el caso de:

  • El simulador, ya sea consciente o patológico, en cuyo caso se pueden presentar algunos de los síntomas de fobia social, pero existe un beneficio secundario buscado por el individuo, ya sea conseguir algo que quiere, como evitar algo que no quiere. Por ejemplo, un trabajador puede estar muy cómodo en su puesto y para evitar ser promocionado y, con ello, asumir nuevas responsabilidades o cambiar de destino, puede mostrarse socialmente incompetente. En estos casos, no existe el miedo irracional y anticipado ante una situación social, ni los altos niveles de ansiedad ante la presencia de otros.
  • El que sufre paranoias, ya sea por un trastorno de personalidad, o por sufrir episodios con paranoia en los que piensa y siente que los demás son sus enemigos y están ahí para hacerle mal. En este caso, el contenido de los pensamientos es diferente, y ya no se trata de sentirse avergonzado ante otros, sino de tener miedo a lo que los demás le pueden hacer.
  • Elevados niveles de estrés que se producen ante una evaluación real o ante un acontecimiento relevante; en tales caso es natural sentirse nervioso, e incluso tener dificultades de comunicación, por ejemplo, cuando hay que enfrentarse ante un auditorio, pero en estos caso no existe esa anticipación de pensamientos casi catastróficos sobre las consecuencias vergonzantes de aquel acto.
  • Otro tipo de fobias, que pueden mostrar síntomas parecidos, pero cuyo objeto de la fobia es diferente; por ejemplo, una persona puede mostrar síntomas muy parecidos cuando tiene que hablar en público, pero en vez de sufrir fobia social sufre de agorafobia o miedo a los espacios abiertos.
Todas estas psicopatologías tienen que ser evaluadas y descartadas por el especialista antes de poder dar un diagnóstico de fobia social y, con ello establecer el tratamiento correspondiente para superarlo.



Tratamiento de la fobia social

Aunque la fobia social es un problema principalmente psicológico, en ocasiones es preciso emplear farmacología, como ansiolíticos o antidepresivos, sobre todo cuando los síntomas físicos de la ansiedad son importantes, y el paciente presenta sudoración e hipercinesia, como también un incremento de velocidad de la respiración y de la frecuencia cardiaca, que pueden derivar en problemas coronarios, como un ataque cardíaco, si la persona expuesta a la situación social que tanto teme no es retirada a tiempo de la misma, algo que ya tiende a hacer quien sufre fobia social.

Por lo tanto, la principal intervención terapéutica suele realizarse desde el ámbito de la psicoterapia y, en concreto, empleando técnicas cognitivo-conductuales como las que se mencionan a continuación:

  • Técnicas de control del estrés, con las que se entrena a la persona para que sea capaz de detectar cuándo se está empezando a poner nerviosa o tensa, para a continuación aplicar técnicas de relajación, ya sea mediante el control consciente de la respiración, o mediante la visualización mental de imágenes agradables. Este entrenamiento en la detección del momento en que se elevan los niveles de estrés es fundamental para que el paciente pueda detener su avance y no lleguen a generarle mayores problemas.
  • Técnicas de control del pensamiento; al igual que en el caso anterior lo primero que se le enseña a la persona es a darse cuenta de cuándo empiezan a producirse esos pensamientos invasivos, que se van a incrementar con la proximidad del acontecimiento temido. Una vez detectado el momento en que esto ocurre, se han de poner en marcha técnicas para frenarlo, como pensar en otros temas, relativizar la importancia de la situación, o emplear palabras claves como stop para detenerlo.
  • Técnicas de afrontamiento, que consisten en que la persona va a tener que ir dando pasos que le conduzcan a enfrentarse a las situaciones temidas, para comprobar por sí misma que no pasa nada, y así romper con esas creencias irracionales. Para ello se emplea la técnica de aproximaciones sucesivas, en las que la persona poco a poco va acercándose a la situación temida, primero con la presencia de una persona, luego con dos, luego con tres..., y así sucesivamente, teniendo que ser capaz de controlar sus pensamientos y sentimientos antes de avanzar al paso siguiente.
  • Técnicas de autoestima, donde se trabajen los puntos fuertes y débiles del paciente, para que aprenda a sacar provecho de lo que tiene y a desarrollar lo que le falta, todo ello reforzando la confianza de la persona en sí misma, lo que le ayudará a afrontar mejor las situaciones sociales.
  • Técnicas de desarrollo de habilidades sociales, con las que se enseñe al individuo a estar en sociedad, sabiendo lo que puede esperar en cada momento de una relación íntima, de una amistad, o del compañero, de forma que sepa cómo comportarse gracias a los ejercicios de role-play, lo que le ayudará a aumentar su confianza en sí mismo y en sus habilidades sociales, reduciendo así sus niveles de ansiedad y estrés, y rompiendo con ello con los pensamientos de vergüenza que le impiden relacionarse con los demás.


Consejos para prevenir la fobia social

A pesar de que la fobia social pueda ser claramente reconocible por los altos niveles de estrés que sufre el afectado, o porque evita los eventos y encuentros sociales reiteradamente, a veces no es él mismo el que acude a consulta, porque considera que se trata de una característica de su personalidad que no se puede cambiar. Es por ello que a veces es necesario que alguien cercano se encargue de llevar a esta persona como acompañante, para que así acuda a consulta y el especialista le trate, una vez comprobados los síntomas y establecido el diagnóstico.

Aunque el origen de la fobia social no parece estar claro, es importante proporcionar experiencias positivas a los niños, y especialmente a los jóvenes, ya que se encuentran en unos momentos de la vida en los que la opinión de los demás es crucial para su imagen personal. Aplaudir sus intervenciones, corregir de forma constructiva, y fomentar la participación, pueden ser claves para que el niño o el joven acumule experiencias positivas con las que ir conformando una buena autoestima, que le permita un desarrollo social adecuado.

Relativizar los fracasos, dándoles el justo valor, hace que el pequeño entienda que no se trata de un fracaso personal, sino el proceso natural para la consecución de unos fines u objetivos. Igualmente, es necesario relativizar los éxitos para ayudar al pequeño a entender que él tiene que sentirse bien consigo mismo, independientemente de las consecuencias de su esfuerzo o dedicación, ya que ello le ayudará a desarrollarse como persona, protegiendo su autoestima.

Si los padres, profesores, o la pareja o amigos, ven que una persona empieza a poner excusas para evitar los eventos sociales, deben preguntarse por los motivos de esa reacción, y si además cuando se encuentra en sociedad la persona se siente nerviosa, e incluso indispuesta físicamente, hay que pensar que existen indicios suficientes para acudir al especialista para confirmar o descartar el diagnóstico de fobia social.



Escrito por Juan Moisés de la Serna, Doctor en Psicología, Master en Neurociencias y Biología del Comportamiento.

Fuente: webconsultas.com
 
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